Os voy a contar una anécdota: Hace muchos años, trabajé en una agencia de traducción que ya no existe. Un día, el jefe me dijo: «Tenemos un problema.» Naturalmente, me alarmé y pregunté de qué se trataba. Me respondió: «Un cliente ha enviado un texto para traducir de 57 000 palabras.» A lo que yo repliqué: «Entonces no tenemos un problema, sino un encargo de traducción.»
Algo similar sienten los clientes cuando alguien (las administraciones públicas, un abogado, un editor) les ha solicitado una traducción de algún documento. Para ellos es un problema. Para cualquier agencia o traductor autónomo, es un trabajo que consiste en solucionar ese problema. Así que el tratamiento del texto durante un encargo de traducción debe ser integral, para que el cliente solo tenga que entregarlo y recoger luego el producto final.
¿Por cuántas manos pasa entonces el texto para garantizar esta calidad? Vamos a plantearnos el caso de una agencia de traducción, que tiene siete pasos básicos:
- Del cliente al gestor de proyectos o PM (Project manager) de la agencia: el cliente puede entregar el texto como desee: dejándolo en una nube, vía correo electrónico o físicamente. En caso de entrega digital, el texto puede venir en distintos formatos: procesadores de texto, visores de PDF, programas de diseño editorial, etc. Es bastante usual que un cliente envíe en papel los documentos jurídicos (normalmente una fotocopia).
- Del PM al traductor: el PM calificará el documento: ¿en qué idioma viene y a qué idioma hay que traducirlo?; ¿en qué tipo de lenguaje está redactado?; ¿habrá que hacer una traducción jurada o simple?; ¿en cuánto tiempo tiene que estar listo? Además, elaborará un presupuesto, que negociará con el cliente. Una vez hecho esto, y si el cliente acepta el presupuesto, contactará con el traductor más apto para ese encargo de traducción y se lo enviará por los medios adecuados, junto con las instrucciones del cliente.
- Del traductor al PM: el traductor se pone manos a la obra y traduce el texto en el plazo establecido, si no surge ninguna dificultad (a causa de la cual haya que solicitar más información al cliente). Cuando la traducción está terminada (esto incluye traducción y dos revisiones), el traductor se la envía al PM.
- Del PM al corrector: el PM verifica la traducción, es decir, que esté completa, que el formato sea el adecuado y que se hayan seguido las instrucciones del cliente. Luego, la remite a un corrector, especialmente si son los primeros encargos del traductor que la ha elaborado. El corrector, que será uno de los traductores con más experiencia de la agencia, revisará y corregirá la traducción, en su caso. Opcionalmente, elaborará un pequeño informe de su trabajo para consumo interno de la agencia de traducción.
- Del corrector al PM: el corrector se la devuelve corregida al PM, que vuelve a verificar que esté completa y que se hayan mantenido tanto el formato como las instrucciones del cliente.
- Del PM al cliente: finalmente, la traducción está ya lista para entregarse al cliente, que la recibe por el canal acordado junto con la factura. Recordemos también que hoy por hoy las traducciones juradas se siguen realizando en papel (o al menos hay que tener el papel como respaldo), por lo que el PM deberá enviar el trabajo por mensajería o decirle al cliente que lo recoja en mano. Asimismo, el PM le devolverá cualquier documentación original que obre en su poder.
- Por último, la agencia conservará una copia digital tanto del texto como de la traducción, durante un tiempo razonable o el que estipule la ley, para hacer frente a posibles reclamaciones o segundas copias que solicite el cliente.
Naturalmente, cada agencia es muy libre de añadir pasos a estos siete que acabamos de describir. Por lo tanto, durante un encargo de traducción, la traducción pasa al menos por tres manos antes de estar totalmente realizada, lo que supone (no lo olvidemos) tres honorarios o sueldos especializados que hay que valorar y pagar. Y no, ¡esto no lo puede hacer nuestro cuñado, se ponga como se ponga!
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