¿Cuántas veces habéis oído decir a vuestros padres alguna frase como “¡pon la espalda recta!” o “¡no te acerques tanto a la pantalla!” al hacer los deberes de clase? Yo, muchas, muchísimas veces.
De pequeña, recuerdo que siempre me ponía a hacer los deberes con la espalda encorvada a lo “jorobado de Notre Dame” y, ahora, unos cuantos años después, pienso: ¡cuánta razón tenían mis padres!
Mi trabajo (como el de cualquier otro traductor) requiere pasar muchas horas en una silla, así que los dolores de espalda ocurren con bastante frecuencia. Por suerte, he encontrado la solución para evitar este y otros males y se llama Ergonomía.
Pero ¿qué es exactamente la ergonomía? Aunque existen definiciones más técnicas, básicamente se trata de la ciencia que estudia el lugar de trabajo para adaptarlo a las características físicas de las personas y evitar futuras lesiones (como dolores de espalda, de cuello o problemas de vista, entre otros). En mi caso, la ergonomía me ha ayudado mucho a mejorar la postura y a hacer de mi lugar de trabajo un sitio más agradable y práctico a la hora de desarrollar las tareas diarias, así que me gustaría compartir unos cuantos consejos con vosotros:
- Deberíamos poder utilizar las herramientas de trabajo que usamos con más frecuencia en la postura más cómoda. En nuestro caso, como traductores, lo que más utilizamos es el ordenador, por lo que este debería ocupar siempre la posición principal en el escritorio (lo más recomendable es que sea en el centro).
- Pantalla: debe situarse, aproximadamente, a un brazo de distancia de la cara, lo que equivale a unos 40 cm, y el borde superior tiene que quedar a la altura de nuestros ojos (podemos colocar un soporte debajo). Además, si hay luz que incide directamente, hay que regular las persianas o cortinas para reducir los reflejos. También es recomendable el uso de gafas de luz azul para evitar sufrir daños oculares debido al tiempo que pasamos frente a la pantalla (aunque no uses gafas normalmente, hoy en día existen modelos muy bonitos que querrás ponerte todo el día).
- Teclado y ratón: se necesita, al menos, un espacio de unos 10 cm a cada lado del teclado para poder colocar los brazos y tiene que haber espacio suficiente para poner el ratón y poder usarlo cómodamente (también se puede colocar una almohadilla para apoyar las muñecas).
- Para realizar las traducciones, podemos usar una pantalla adicional. De esta manera, en una de las pantallas tendremos el documento final (en el idioma de destino), así como los demás programas que vayamos a utilizar y, en la otra, colocaríamos el texto original para evitar tener que cambiar constantemente de documento en la misma pantalla y poder ver los textos más grandes de una sola vez. Otra opción sería poner un atril con el texto original impreso.
- Silla del escritorio: una vez sentados, la zona lumbar debe estar totalmente apoyada en el respaldo. Tenemos que ajustar la altura de la silla teniendo en cuenta la altura con respecto a la mesa y en la que estemos cómodos. En caso de que los pies no lleguen a tocar bien el suelo, podemos colocar un reposapiés.
- ¡Pon un cactus en tu vida! Colócalo cerca del ordenador (en el escritorio, en una estantería, etc.). Según se dice, los cactus absorben gran parte de las ondas que emite el ordenador y otros aparatos electrónicos. Hay muchas opiniones con respecto a esto; algunos creen que funciona y otros piensan todo lo contrario. Yo, por si acaso, tengo el mío encima de la mesa y también me sirve de decoración ;).
Aunque, seguramente, hay más consejos de ergonomía para traductores, estos son los más importantes y los que más suelo poner en práctica. Espero que os sirvan de ayuda y, recordad, ¡espalda erguida!
Imagen de portada de Diana Grytsku en Freepik