Sabemos que elaborar un presupuesto de traducción no es una tarea sencilla y, por eso, os traemos unos trucos para simplificar este primer proceso de traducción.
En primer lugar, es importante pedirle al cliente el documento. Aunque parezca algo obvio, en ocasiones no siempre nos envían el documento en el primer mensaje. Este paso es fundamental para empezar con el análisis del documento.
Para analizar el documento y poder valorar tanto la fecha estimada de entrega (siempre que sea posible) como la tarifa, el primer paso es fijarnos en la especialidad. Una vez tengamos clara esta parte, pasaremos a valorar el número de palabras. Para ello, podemos ayudarnos de una herramienta OCR que nos facilitará el recuento de palabras cuando el documento no sea un Word. Una vez tengamos el número de palabras, tendremos que estimar cuántas palabras somos capaces de traducir en un día, valorando siempre que no tengamos otros encargos en marcha y nuestra disponibilidad.
Tras haber realizado estos pasos, ya podremos estimar un tiempo aproximado para la tarea y, por supuesto, una tarifa. La tarifa se debe basar especialmente en la combinación lingüística (si estás traduciendo hacia tu lengua materna, si se trata de tu lengua C…) y en el tiempo que vamos a emplear no solo en traducir, sino también en revisar y, cuando sea necesario, en maquetar.
Este último paso no siempre lo haremos solos, en ocasiones es muy común necesitar la ayuda de un tercero para poder llegar con tiempo a la fecha de entrega y garantizar la calidad de nuestro trabajo. Si vas a necesitar que un compañero te ayude con la revisión o con la maquetación, calcula también la tarifa teniendo en cuenta su trabajo (y lo que va a cobrarte por ello) y añádela a tu presupuesto de traducción.
Por último, pero no menos importante, es imprescindible que nuestra tarifa nos proporcione un margen de beneficio. De nada sirve tener tarifas bajas si después no podemos sacar provecho de ellas (¡recordad que somos profesionales!). Además, si fijas tarifas muy bajas, es posible que luego sea muy complicado subirlas si el cliente se acostumbra a ellas.
Recuerda que dentro de tu tarifa debes incluir tanto el trabajo como los recursos que vas a emplear para llevarlo a cabo: desde el WiFi y la luz o el agua hasta los programas que vayas a necesitar (Trados, Abbyy Finereader, InDesign, Illustrator…). Todo suma.
Como último consejo, es muy recomendable añadir una fecha límite de validez del presupuesto. Esto te ayudará a gestionar mejor todos tus encargos y a no encontrarte con sorpresas de última hora como, por ejemplo, que te acepten un presupuesto de hace tiempo cuando ya tienes en marcha otro de mayor volumen que va a ocupar gran parte de tu jornada. Además, para asegurarte cierto beneficio y fiabilidad, puedes pedirle al cliente que te adelante un porcentaje del total para aceptar el presupuesto.
¡Ánimo con esos presupuestos!