Especialidades de traducción: ¿Cuál elegir según tu formación y personalidad?
Sirva como punto de partida que, en la actualidad, contar con una especialización es, en tanto en cuanto me enseña la experiencia, un factor imprescindible para contar con un flujo de trabajo relativamente constante. En efecto, no se trata solamente de dominar un ámbito, sino de que los mismos clientes que han visto que trabajas muy bien en un campo, no dudarán en consultarte si también puedes echarles una mano con otro tipo de textos, aunque versen sobre una temática diametralmente opuesta.
En cuanto a la elección de una especialidad en sí, me permito puntualizar que cuanto más «desagradable» sea, más trabajo habrá de la misma: los traductores especializados en finanzas avanzadas (instrumentos derivados, estados financieros de grandes empresas) o cualquier tecnología, desde la arquitectura hasta la medicina, pasando por el diseño industrial, nunca están de brazos cruzados. Recomiendo optar por un campo que te interese a la vez que te suponga un reto en cuanto a su comprensión y traducción.
Tipos de textos para traducir y cómo ponerse manos a la obra
En líneas generales, los textos se pueden dividir en dos grandes grupos: aquellos cuya temática dominas totalmente y los que no. En el primer caso, y siempre en función del tiempo disponible, se puede tomar el riesgo de comenzar a traducir «a las bravas», sin ningún tipo de preparación. En el segundo supuesto (más común), los pasos serían:
- Lectura ágil del documento (o de sus partes).
- Documentación sobre el documento: búsqueda de textos paralelos, página web del cliente, en su caso, fuentes terminológicas oficiales, etc.
- Traducción, incluso no lineal. Por ejemplo, a menudo no es una buena idea traducir el índice de un documento al principio. Se podrá otorgar unos títulos más oportunos a los apartados, las cláusulas, etc. una vez finalizada la traducción de todo el contenido.
- (Paso común con el primer supuesto). Repaso con un corrector automático y luego revisión (relectura) detenida de la versión final. Este paso debería suponer 1/4 parte del tiempo total para entregar una traducción de calidad.
Postedición: ¿reemplazará a la traducción tradicional? ¿es el futuro?
La postedición es, en numerosos ámbitos, el futuro. Puede parecer una aseveración un tanto radical, pero todos los factores apuntan a su validez. En numerosos clientes, los textos versan solo sobre una o pocas temáticas: los motores de traducción aprovechan esa homogeneidad de contexto para aprender y ofrecer versiones cada vez más cercanas a la traducción humana.
El trabajo de postedición no es ni mejor ni peor que el de traducción tradicional: simplemente hay que tomárselo como una tarea completamente diferente; yerran los que no cejan en su empeño hasta lograr una versión final de igual calidad y estilo a una traducción humana desde cero, y tampoco andan muy bien encaminados aquellos que creen que con quitar los errores más groseros, basta. A los primeros les resultará poco rentable, los segundos es de esperar que no tengan mucha demanda entre la clientela. ¿Cómo actuar, pues? Aplicando sencillamente el sentido común: un texto proveniente de MT de ínfima calidad resultará en una versión posteditada claramente mejorable, otro con una calidad superior deberá desembocar en una versión intachable respecto a sentido y contenido (no a estilo, recordemos el primer ejemplo).
Como último apunte, valga subrayar que se trata de una actividad diferente, por lo que tendrá su propia curva de aprendizaje, como la presenta la labor de traducción. Mejor no frustrarse por ser al principio un buen traductor, pero un mal posteditor, todo radica en la práctica.