Hemos vivido un año 2020 absolutamente imprevisible. La Interpretación Simultánea Remota (o RSI, como se suele denominar en el sector) se venía desarrollando paulatinamente, con algunos actores ya en juego y con un objetivo comercial muy distinto al que les ha llegado sobrevenido. Ni en sus mejores sueños habrían imaginado la cantidad de congresos y reuniones virtuales que, por necesidad, se celebrarían en 2020 y previsiblemente lo harán durante todo 2021.
Dicho esto, hay que ser optimista sobre el futuro de la interpretación simultánea presencial, porque no ha existido una demanda de RSI creada por el mercado de una forma libre y natural, sino que los eventos que se organizaban de manera presencial han pasado a ser virtuales por necesidad o, directamente, se han aplazado en espera de tiempos mejores.
Cuando las cosas vuelvan gradualmente a la normalidad, los proveedores de RSI tendrán que empezar desde el punto donde lo dejaron en marzo de 2020. La media docena de plataformas que ya ofrecían este tipo de interpretación no han atraído al tipo de cliente o de servicio que tenían como objetivo, un tipo de cliente que existe y es abundante. En mi opinión, la gran mayoría de los clientes de los que hoy disfrutan no se van a quedar en la RSI. Es imposible acabar con los eventos sociales de las empresas porque la interacción social es algo fundamental para el desarrollo de cualquier negocio o actividad pero, indudablemente, hay espacio para la RSI.
Un aspecto fundamental para el más que seguro establecimiento de la RSI es la duración de los encargos de interpretación. El despliegue de la infraestructura necesaria para la interpretación simultánea presencial en cabina es muy caro para cierto tipo de reuniones multilingües de una o dos horas de duración.
Como aspecto positivo de la RSI para los intérpretes, es importante destacar la posibilidad de combinar en nuestra agenda los distintos husos horarios. Con la RSI, desde casa, un intérprete puede trabajar media jornada de madrugada para un evento celebrado en Asia y otra media jornada por la tarde para un evento celebrado en Estados Unidos (o cualquier otra combinación que se le presente).
La RSI se puede prestar desde el propio domicilio del intérprete, donde dispondremos de un espacio adecuado con los medios técnicos requeridos, o desde un estudio de interpretación de los distintos que se han creado para atender la demanda de RSI generada por estos tiempos.
Justo es decir que ya existían algunos estudios de interpretación (hubs) en España, pero ese reducido número se ha multiplicado en pocos meses por razones obvias.
La calidad de sonido es el aspecto principal. Un estudio cuenta con mejores medios y con personal técnico que garantiza una mayor calidad de servicio (y exonera de responsabilidad al intérprete sobre asuntos técnicos), otro punto a tener en cuenta a la hora de ofrecer posibilidades a nuestros clientes.
Existe un mercado bien diferenciado para la RSI y otro para la interpretación simultánea en cabina. Como intérpretes, debemos asesorar a nuestros clientes y ofrecerles la mejor solución entre distintas opciones, pero también hacerles entender la preparación que conlleva la tarea de interpretación simultánea para prestar un servicio realmente de calidad (no se trata únicamente del tiempo de interpretación efectiva, como se tiende a pensar).
Lo que no es discutible es que la calidad del servicio prestado desde una cabina compartida por dos intérpretes profesionales en el lugar de celebración no es en absoluto comparable a la de la RSI. El nivel de concentración y de adrenalina liberada es infinitamente mayor cuando se trabaja de forma presencial.
La RSI va a generar nuevos servicios de interpretación que, de otra manera, serían impensables desde el punto de vista puramente económico, y los intérpretes debemos aprovechar esta tecnología sin dejar de cuidar y proteger nuestra adorada interpretación de conferencias en cabina desde el lugar del evento.