Es una pregunta frecuente y la respuesta no es fácil. ¿Qué es lo esencial cuando hay que traducir un texto? Expresar bien el contenido en el idioma destino. Sin perder ni añadir nada. Y teniendo en cuenta los matices culturales. A veces los hay, y estos son muy importantes.
Esta es la primera respuesta que me han dado algunas traductoras. Otra traductora me dijo que lo esencial era tener una buena silla. Sí, la ergonomía es esencial para permanecer sentada muchas horas. Mirando fijamente, además, una pantalla, para no perder detalle de un texto en otra lengua.
Tratando de desentrañar las esquinas del idioma fuente en un documento que no siempre tiene por qué ser de calidad. Sería ideal que lo fuera ¿no te parece? Sin embargo no siempre es así. Esto tampoco lo percibe el profano y no me refiero a la silla precisamente.
Desde fuera parece que lo esencial es la dificultad. Pero esto es algo subjetivo. Un informe financiero puede parecer un jeroglífico. Un texto jurídico puede ser peor que la piedra de Rosetta. Un texto técnico puede asemejarse a unas runas en desorden.
Esto es relativo. Que ¿por qué? Pues porque hay personas que se interesan por las runas vikingas o la Egiptología. Seguro que conoces personas que coleccionan objetos que a ti te parecen “raros”. O cosas que a ti te parecen carentes de valor. Para gustos hay colores ¿sí?
Afortunadamente, hay traductoras a quienes les gustan las traducciones jurídicas. Otras las detestan. En cambio, fíjate, les gusta enfrentarse a una traducción sobre el sarcoma sinovial o un submarino alemán tipo XXI. Hay quienes se especializan en temas de tesorería y finanzas. Aquí llegamos a algo significativo: es importante que te especialices. Encuentra tu nicho, tu especialidad. Ya tienes una buena silla.
Conque estás sentada en postura ergonómica frente a un texto de 50 páginas. Interlineado sencillo. El tema te puede gustar más o menos. La traducción es urgente y no, el tema no lo conoces en profundidad. Quienes te han encargado la traducción, menos aún. Saben que va de lo que va la empresa, de ingeniería de materiales. Por poner un ejemplo de burbuja. Pero ni saben lo que se tarda en traducir eso, ni saben cómo está escrito. Por eso te lo piden a ti, que se lo traduzcas y cuanto antes.
O sea, te lo piden para ya mismo sin pensar que hay un fin de semana por medio. A nadie se le ha ocurrido ese detalle. El problema es que tampoco quieren pagar mucho. Se lo has explicado desde tu silla ergonómica y no sabes si lo han comprendido. Pero, al final, te han dado un par de días más. Y no les has cobrado “urgencia” (o si, J)
Tienes la silla y tienes el trabajo apalabrado, una fecha de entrega y tienes que ponerte manos a la obra. Pero el tema no lo conoces bien: materiales, minerales, estructuras, formas, ingeniería, fabricación. ¿Has visto la película Alien, la primera? “Alien” del latín “alienus”, de “alius”, del griego “ἄλλος”. Otro, extraño, ajeno. El tema te es ajeno. Te suena pero no tienes ni idea.
Lo esencial es que tendrás que documentarte. Tendrás que leer sobre ese tema que te es ajeno, del que apenas sabes y no interesó jamás. Incluso no sabías ni que existía, pero vas a aprender de ingeniería de materiales. Te vas a informar. Te vas a documentar para comprender bien lo que tienes que traducir, lo que tienes que plasmar en el idioma destino.
Para no poner tonterías, y/o inexactitudes, y/o barbaridades, o todo a la vez. ¿Te imaginas? Qué horror. Porque aunque el idioma destino sea tu idioma materno, no sabes del tema. Y te es tan ajeno como el chino cantonés, que es un idioma.
Dice otra traductora, amiga y con tablas en la profesión, que si no comprendes bien lo que tienes que interpretar en el idioma origen, mal lo vas a expresar en el idioma destino. Y te transmito lo que me dijo al final, hay que documentarse bien para comprender bien lo que tienes que traducir, lo que estás traduciendo. Mientras te documentas necesitas concentración, debes aprehender todos los matices del nuevo conocimiento que estás adquiriendo. Esto es esencial, documentarse bien para traducir bien. Después viene la revisión.
La revisión merece otro post. Para que no pase lo que leo en la contraportada de un buen libro que tengo en casa:
“….En 1911, dos hombres, el británico Robert Scott y el escocés Roald Amundsen ….”
Pero, antes, lo esencial es documentarse bien. Y en una buena silla.
¡Que tengas un buen día!
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