Es más habitual de lo que parece encontrarse con un sujeto que al ver una película en versión original con subtítulos en español salta con un: «ahí no pone lo que ha dicho». Seas o no esa persona, no te preocupes, con este artículo te enseñaremos por qué el subtitulado no coincide al 100 % con lo que escuchamos en el diálogo.
De acuerdo con Jorge Díaz Cintas en Teoría y práctica de la subtitulación inglés-español (2003), podemos asumir que con el subtitulado para oyentes perdemos alrededor de un 40 % del texto original. Esto, nos dice, se debe principalmente a cuatro motivos:
- El oído es más rápido escuchando que el ojo leyendo.
- Leer los subtítulos a una velocidad adecuada, es decir, que resulte cómoda, nos asegura la comprensión de lo que leemos.
- El esfuerzo que realizamos al leer subtítulos es doble, ya que no podemos despegarnos de la imagen, son dos estímulos diferentes proporcionándonos información a la vez a través del mismo sentido.
- Hay límites de espacio y tiempo de los subtítulos como tal.
A la hora de subtitular, como nos contaba Clàudia en su artículo, tenemos que tener en cuenta varias restricciones físicas y temporales: el número de caracteres por línea, el número de líneas por subtítulo, el tiempo que permanece en pantalla y la velocidad lectora. En español, y dependiendo de la plataforma o distribuidora, el número máximo de caracteres por línea que puede tener un subtítulo es de entre 38 y 42, y el máximo de líneas por subtítulo son dos. Además, el subtítulo puede estar en pantalla como mínimo un segundo y como máximo seis, pero sin perder de vista la sincronía visual y auditiva, tiene que coincidir su aparición y desaparición más o menos con el momento en el que el personaje habla. En cuanto a la velocidad lectora, suele rondar los 20 caracteres por segundo como mucho, más caracteres por segundo dificultan la lectura y la comprensión. ¡Al ojo no le daría tiempo a darse cuenta de que ahí había algo escrito!
El objetivo del subtitulado es hacer accesible un producto audiovisual a los hablantes de otros idiomas. Si por querer mantener palabra por palabra el texto original convertimos los subtítulos en algo incomprensible y hasta ilegible, no estarían cumpliendo su objetivo.
Por lo tanto, ¿cómo escoge un traductor qué partes del diálogo sacrificar en pro de la comprensión del mensaje y la información principal? Las estrategias de condensación son muchas. Lo primero en sucumbir suelen ser los nombres propios, apelativos, interjecciones, palabras malsonantes… También se pueden reformular las frases, por ejemplo, cambiando estructuras sintácticas pensadas para dar énfasis en algo por otras más sencillas. Otra forma de hacerlo es optando siempre por usar pronombres en lugar de los nombres (tell Henry – dile) o palabras más cortas (usar en lugar de utilizar, pedir en lugar de solicitar…). Quizá podemos usar apócopes si cuadra con el registro (solo los normalitos, a los que estamos más acostumbrados, como peli, bici, foto, moto, etc.).
A veces basta con cambiar el punto de vista: cambiando unas categorías gramaticales por otras, o la perspectiva de una frase positiva por una negativa y viceversa («Comimos en un restaurante en el que no habíamos estado nunca» o «Comimos en un restaurante nuevo»; «Fumar es perjudicial para la salud» o «Fumar no es sano»), una frase pasiva por una activa, las preguntas indirectas por preguntas directas… Podemos eliminar saludos, formas de cortesía, repeticiones innecesarias, muletillas…
Hay formas y formas de condensar la información, aunque no siempre resulta fácil y a veces esto puede suponer dolores de cabeza para los traductores.
¿Qué implica todo esto? Que si un personaje en inglés dice «Well, huh, Louis, for God’s sake, could you please come here, you, idiot?», es imposible poner todas las palabras tal cual en español porque, por un lado, no daría tiempo a leerlo y entenderlo salvo que dijera la frase a velocidad de tortuga, y por otro, muy probablemente no respete el límite de caracteres por subtítulo, ya sin tener en cuenta siquiera la velocidad lectora, que sigue siendo importante. ¿Qué podemos hacer ante algo así? Quizá baste con dejarlo como «Por Dios, ¿quieres venir, so idiota?» Y tirando. Ojo, que a veces se puede meter más información, no es un reducir por reducir, pero suele ser necesario.
Así que cuando escuches insultos o nombres de más, un orden de frase concreto, y no leas lo que escuchas, ¡ya sabes por qué es! Si pusiera lo que has oído, seguramente no te habrías enterado leyéndolo.
Las estrategias de las que hemos hablado en este artículo son solo algunas y no hemos podido desarrollar mucho cada una. Si quieres descubrir más sobre subtitulado y traducción para doblaje, puedes hacerlo a partir de enero con nuestro curso de traducción audiovisual. Conviértete en un experto y pon tu nombre en los créditos de tus películas y series favoritas.
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